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29/5/2013 - Miércoles de la 8ª semana de Tiempo Ordinario


1ª lectura: Que sepan las naciones que no hay Dios fuera de ti
Lectura del libro del Eclesiástico 36, 1-2a. 5-6. 13-19

Sálvanos, Dios del universo, infunde tu terror a todas las naciones, para que sepan, como nosotros lo
sabemos, que no hay Dios fuera de ti.
Renueva los prodigios, repite los portentos.
Reúne a todas las tribus de Jacob y dales su heredad como antiguamente.
Ten compasión del pueblo que lleva tu nombre, de Israel, a quien nombraste tu primogénito; ten
compasión de tu ciudad santa, de Jerusalén, lugar de tu reposo.
Llena a Sión de tu majestad, y al templo, de tu gloria.
Da una prueba de tus obras antiguas, cumple las profecías por el honor de tu nombre, recompensa
a los que esperan en ti y saca veraces a tus profetas, escucha la súplica de tus siervos, por amor a tu
pueblo, y reconozcan los confines del orbe que tú eres Dios eterno.


Salmo: Sal 78, 8. 9. 11. 13
R. Muéstranos, Señor, la luz de tu misericordia.

No recuerdes contra nosotros las culpas de nuestros padres; que tu compasión nos alcance pronto,
pues estamos agotados. R.
Socórrenos, Dios, salvador nuestro, por el honor de tu nombre; líbranos y perdona nuestros pecados
a causa de tu nombre. R.
Llegue a tu presencia del gemido del cautivo: con tu brazo poderoso, salva a los condenados a muerte.
R.
Mientras, nosotros, pueblo tuyo, ovejas de tu rebaño, te daremos gracias siempre, contaremos tus
alabanzas de generación en generación. R.


Evangelio: Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado
Lectura del santo evangelio según san Marcos 10, 32-45

En aquel tiempo, los discípulos iban subiendo camino de Jerusalén, y Jesús se les adelantaba; los
discípulos se extrañaban, y los que seguían iban asustados. Él tomó aparte otra vez a los Doce y se puso
a decirles lo que le iba a suceder:
-«Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes
y a los escribas, lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, se burlarán de él, le escupirán,
lo azotarán y lo matarán; y a los tres días resucitará.»
Se le acercaron los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: -«Maestro, queremos que hagas
lo que te vamos a pedir.»
Les preguntó: -«¿Qué queréis que haga por vosotros?»
Contestaron: -«Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda. »
Jesús replicó: -«No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de
bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?»
Contestaron: -«Lo somos.»
Jesús les dijo: -«El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con que yo
me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mi concederlo; está ya
reservado. »
Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan.
Jesús, reuniéndolos, les dijo: -«Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los
tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro
servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para
que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos. »

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