El pecado es una falta contra la razón, la verdad, la conciencia recta; es faltar al amor verdadero para con Dios y para con el prójimo, a causa de un apego perverso a ciertos bienes. Hiere la naturaleza del hombre y atenta contra la solidaridad humana. Ha sido definido como “una palabra, un acto o un deseo contrarios a la ley eterna”.
El pecado mortal destruye la caridad en el corazón del hombre por una infracción grave de la ley de Dios; aparta al hombre de Dios, que es su fin último y su bienaventuranza, prefiriendo un bien inferior.
El pecado venial deja subsistir la caridad, aunque la ofende y la hiere.
Estamos obligados a confesar todos y cada uno de los pecados graves, o mortales, cometidos después de la última confesión bien hecha.
Si uno olvida un pecado mortal obtiene igualmente el perdón, pero en la confesión siguiente debe confesar el pecado olvidado.
Catecismo de la Iglesia Católica
LA DIGNIDAD DE LA PERSONA HUMANA - ARTÍCULO 8 - EL PECADO




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