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17/1/2013 - Jueves de la 1ª semana de Tiempo Ordinario


1ª lectura: Animaos, los unos a los otros, mientras dure este «hoy»
Lectura de la carta a los Hebreos 3, 7-14

Como dice el Espíritu Santo:
«Si escucháis hoy su voz, no endurezcáis el corazón, como cuando la rebelión, cuando
la prueba del desierto, donde me pusieron a prueba vuestros padres y me tentaron, a pesar
de haber visto mis obras durante cuarenta años; por eso me indigné contra aquella generación,
y dije: “Siempre tienen el corazón extraviado; no han conocido mis caminos, por eso he
jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso.”»
¡Atención, hermanos! Que ninguno de vosotros tenga un corazón malo e incrédulo, que
lo lleve a desertar del Dios vivo.
Animaos, por el contrario, los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy»,
para que ninguno de vosotros se endurezca, engañado por el pecado.
En efecto, somos partícipes de Cristo, si conservamos firme hasta el final la actitud del principio.


Salmo: Sal 94, 6-7. 8-9. 10-11
R. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.»

Entrad, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro
Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. R.
Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día
de Masa en el desierto; cuando vuestros padres me pusieron a prueba y me tentaron, aunque
habían visto mis obras.» R.
«Durante cuarenta años aquella generación me asqueó, y dije: “Es un pueblo de corazón
extraviado, que no reconoce mi camino; por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en
mi descanso.”» R.


Evangelio: La lepra se la quitó y quedó limpio
Lectura del santo evangelio según san Marcos 1, 40-45

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas:
-«Si quieres, puedes limpiarme.»
Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo:
-«Quiero: queda limpio.»
La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio.
Él lo despidió, encargándole severamente:
-«No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece
por tu, purificación lo que mandó Moisés.»
Pero, cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo
que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en descampado;
y aun así acudían a el de todas partes.

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